Me llamo Adrián, invento y hago un dibujo cada día a mano, con acuarela y tinta, desde el 2018. Ya son 5 años y más de 1850 ilustraciones salidas de mi cabeza, hechas sobre algodón prensado, de todo pelaje y condición. Soy, vivo, trabajo y pinto en Medina de Pomar, comarca de las Merindades.
Un poco de historia
He dibujado siempre, desde pequeño, hasta el bachiller que hice en la noble villa de Villarcayo, donde dejé los dibujos esporádicos para continuar estudiando lo que en su momento se suponía que era mi futuro: la informática. Concretamente administración de Sistemas Informáticos y Redes. Craso error.
Comencé a trabajar en el bar en el 2007. Simultáneamente terminé los estudios y trabajé como autónomo informático por la comarca a la vez que seguir en el bar hasta que llegó la crisis de las hipotecas subprime. Ahí me quedé en el bar durante un largo periodo si levantar un lápiz.
El dibujo diario
En marzo del 2018 nació esta historia del dibujo diario, en una barra del Bar Mario, con Sonia y Oscar. Testigos de lo que comenzaría a crear. Compré una libreta de 1€ y un pilot de punta fina, las que siempre fueron mis herramientas. Las mismas que durante muchos años estuvieron dormidas.
Hice un dibujo, lo subí a mis perfiles en redes. Al día siguiente otro. Y otro. Y otro. Cuando me quise dar cuenta llevaba un mes, tenía treinta dibujos en una cochambrosa libreta y empecé a meterles color por demanda popular. Antes renegaba del color, ya que me gusta el dibujo rápido, las espontaneidad. Pintar requiere más tiempo, y es un bien escaso cuando trabajas en hostelería. Pero probé. Compré todos los tipos de pintura, desde rotuladores, a lápices de colores, acrílico, oleo, lo que fuera.
Los probé todos, y me decanté por la única técnica capaz de seguir mi ritmo de velocidad diaria…
La acuarela
Unos minutos para el dibujo. Una hora para pintarlo. Esa es mi dinámica, todos los días antes de entrar a trabajar en el bar a las 18h de la tarde. De estos 5 años, los dos primeros los considero muy caóticos e inestables. Son obras sin control, lo que me venía a la cabeza, plasmado en el soporte. De un tiempo a esta parte, tengo la imaginación más dominada, y voy inventando e interpretando la realidad, temas o situaciones que puede persistir o no, en el tiempo con sentido e historia. De ahí las series del cosmonauta de la hoja de papel, tras la barra, o la palestra entre muchas otras.
La búsqueda de la idea perfecta
Si algo me caracteriza, es una imaginación desbordante, y me define la velocidad. Mi mano, sigue a mi cabeza a toda puta ostia. Mi cabeza va mas rápido que la realidad. Cada día tengo cientos de ideas, y veo cientos de imágenes en mi mente, elegir la que haré es lo mas complicado.
Y no lo digo lo yo, lo prueba mi trabajo diario, mis más 1800 obras y las que han de venir. Presto mucha atención al detalle, me gusta el trabajo bien echo y definido. La ironía con doble vuelta de tirabuzón. La creatividad en estado puro y descontrolado.
Plasmadas todas en soporte físico, pintadas a mano, y almacenadas en un armario exclusivo para ellas. Porque las hago cada día, en una hora, que ha de estar terminada, escaneada y publicada en las redes. Y a otra cosa mariposa. Para los escépticos, los videos que subo a mis historias en las redes y lo demuestran.
Sin margen de duda ni error, con precisión de orfebrería, que mi trabajo hable por mí, cada día:
Lo mejor está por crear.
Adrián Santamaría Bustillo